viernes, 8 de noviembre de 2013

De danza con sabor a oriente y sal


Un día en el que estaba perdida le pregunté a mi alma." Alma, ¿qué es lo que quieres?" y Alma me contestó sin dudar: "Bailar".  La pobre llevaba tanto tiempo hastiada en un cuerpo rígido y con menos y menos energía que la respuesta fue contundente, un reclamo.

Entonces recordé el olor a suelo de madera encerado del estudio donde bailé por unos años ballet y esas tardes improvisando movimientos libremente bajo la mirada amorosa de mi madre. También los dos años con Andrés Waksman que me enseñó a dejar que el cuerpo se expresara libremente. Y, de repente, me di cuenta que había dejado que se perdiera algo que hacía feliz a todo mi ser: Bailar.

Un tiempo antes de esa revelación me "enamoré" de una mujer que bailaba danza oriental con las músicas y la hermosa voz de Rosa Zaragoza. Desde ese día tuve claro cómo volver a reencontarme con mi cuerpo y mi alma. Y así es como llevo dos años, con el embarazo de mi primer hijo por medio, cautivada por el raqs sharqi.

Empiezo, así, pasito a pasito mi blog de danza y cultura orientales con la fotografía y las palabras de Isadora Duncan, la bailarina del mar (otro de mis grandes amores), la de los pies descalzos y la madre de la danza contemporánea:

"Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas..."

Suena una dulce melodía, la bailarina está de espaldas y sus manos y brazos se ondulan dulcemente. Nereida empieza a moverse con el primer compás... 


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